La situación en el diario El Siglo no hace más que agravarse con el correr de las semanas. El matutino, propiedad de Juan Carlos Altamiranda y Carlos Omil aunque en los papeles figura un desconocido Kay Group con accionistas a todas luces insolventes, directamente no salió a la calle en tres oportunidades durante mayo y junio. Los incumplimientos con los proveedores de insumos, chapas de impresión en un caso y papel en los otros dos, motivaron la edición diario se truncara ante la indiferencia absoluta de los propietarios quienes tomaron la decisión de no dar la cara en ningún momento y delegaron el manejo del diario en empleados de su confianza.
Con las cuentas de publicidad estatal embargadas por las crónicas deudas que Omil y Altamiranda se encargaron de engordar mes a mes, estafando a los trabajadores ya que realizan los descuentos para obra social y jubilación pero no depositan un peso en la ANSES. Cobrar los magros sueldos también se convirtió en una odisea.
Los escasos trabajadores que todavía quedan en el diario realizaron varias asambleas junto a directivos de la Asociación de Prensa de Tucumán para analizar el delicado panorama y decidieron mantener el estado de alerta sin tomar medidas de fuerza por el momento.
La lista de pedidos que se hizo llegar a El Siglo es larga y está encabezada por una urgente recomposición salarial en un medio que paga, en promedio, 2.500 pesos a cada trabajador. Además las condiciones laborales son paupérrimas, en oficinas es un estado de abandono total por la falta de mantenimiento, computadoras de otro tiempo y con apenas cinco en funcionamiento y los servicios de telefonía e internet que sufren constantes interrupciones.
La imposibilidad de encontrar un interlocutor es el principal escollo para mejorar las condiciones de trabajo e ingresos de los compañeros de El Siglo. Tanto como Omil como Altamiranda ni siquiera aparecen por las oficinas de Maipú 70 y están refugiados de los acreedores en el ingenio San Juan, otra firma de su propiedad famosa por la cantidad de cheques rechazados que acumula. Sin ninguna intención de reflotar al que fue el segundo diario de la provincia, las soluciones no aparecen y tanto a los compañeros como la APT la paciencia comienza a escasear y ya se habla de todas medidas de fondo.